Comer cada día es una necesidad básica, necesitamos reponer energía para mantenernos con vida. Y desde que dejamos de ser cazadores-recolectores, que teníamos que salir a buscar comida cada mañana, con la esperanza de encontrar algo, lo que sea, para comer y mantener a la prole, la comida empezó a convertirse en gastronomía, en recetas con varios ingredientes para no sólo nutrir, también dar buen sabor y facilitar la digestión de los alimentos.
Así empezó el comer con placer y disfrutar comiendo, y la gastronomía y la cocina se convirtió en un oficio y en un arte, ya no comemos por sobrevivir, aunque siga siendo la principal razón, comemos para casi todos nosotros, la comida es uno de los placeres de la vida, la buena comida.
En las últimas décadas, la comida se ha transformado tanto que hasta hemos terminado utilizando el término de 'comida basura', curiosos, nosotros que evolucionamos siendo carroñeros básicos, luchando contra hienas y buitres por los despojos que nos dejaban los grandes cazadores de las sabanas de África. Y mira por donde, ahora que no hay carroña, hemos conseguido crearla manipulando alimentos a tal extremo que no podemos dejar que nos gusten las hamburguesas de 'a saber qué carne' o las chips o patatas que vienen enlatadas y son idénticas unas a otras, ¿cuándo en un plato se podia encontrar dos patatas fritas iguales?
Llevamos años dándole vueltas al problema o 'epidemia' de la obesidad en el mundo, especialmente en los países más ricos, en los que no falta comida ni variedad ni cantidad de alimentos. ¿Qué nos hace terminar comiendo lo peor?
Pues la respuesta está en el sabor de los alimentos basura y su relación con la 'adicción' al azúcar y las grasas que nos viene de 'fábrica' implantado en nuestro cerebro, y también en nuestro corazón.
Hoy voy a hablar de algo que casi todos y todas hemos experimentado: la relación entre alimentos y emociones, la relación entre comida y confort que nos está esclavizando, y conduciendo al aumento de sobrepeso y obesidad ya desde bebes.
Os dejo unos puntos, hay muchos más, pero estos son básicos para empezar a reflexionar si tenemos una buena relación con nuestros alimentos, y si la causa de nuestros kilos de más o de nuestra mala dieta o mala salud está en nuestro corazón...
1. Azúcar y amor
Una caja de bombones siempre es un buen regalo. Piensa un poco en qué situaciones solemos llevar bombones: pedir perdón a tu pareja o recordarle que la quieres, a tus colegas del trabajo por tu cumpleaños para una visita a un hospital por un nacimiento o una enfermedad grave, etc. Entre flores y bombones, nos solemos quedar con llevar bombones en los momentos de la vida que tienen que ver con la emoción y el cariño, con la sensación de confort.
El chocolate no es el único responsable de que nos gusten bombones, es más yo diría que el cacao no es responsable, si fuera así, llevaríamos un bote de chocolate puro a nuestras amistades... Lo que yo opino es que la razón por las que nos gustan los bombones es porque son cacao con grandes cantidades de azúcar y leche.
Si a la mezcla de cacao, azúcar y leche le damos formas bonitas y un envoltorio precioso, pues ya tenemos un regalo perfecto para aquellos momentos en que queremos mostrar afecto y cariño.
No voy a entrar en este post sobre la adicción al azúcar. Ya os he hablado en el blog desde hace años, lo tengo muy claro, tanto que a las personas muy golosas que me piden consejo para perder peso, sólo les pido que dejen de añadir azúcar blanco a todo (leche, café, infusiones, yogures, etc.), y que poco a poco, eliminen los alimentos que tienen azúcares añadidos en su composición (galletas, bollos, jamón york, salsas, etc.)
Basta con eso para que noten en un mes han perdido un par de kilos como mínimo, y que tienen síndrome de abstinencia, su cuerpo (y su mente) les pide azúcar o dulce a todas horas, y tienen que hacer un gran esfuerzo para acostumbrarse.
¿Cuál es la razón por la que nos gusta tanto el dulce?
La respuesta está en nuestras células, ya que la glucosa (azúcar sencillo) es la gasolina que necesitan para funcionar. Y hasta hace pocos años, no había azúcar en la dieta.
Pocos alimentos son azúcar o glucosa, o fructosa pura, son azúcares complejos en la naturaleza, y además, los alimentos dulces de origen natural, eran difíciles de encontrar y se encontraban en cantidades pequeñas. Por ejemplo, la miel, un alimento muy dulce que elaboran las abejas, y para conseguirlo, había que 'robárselo' de su colmena, a riesgo de picaduras para recoger pequeñas porciones de miel en los panales, metida en los panales, bastante sucios. Ahora basta ir al supermercado y comprar un tarro de miel practicamente cristalina y limpia, y ponerse en la tostada la cantidad que nos apetezca, pensando que estamos comiendo 'súper sano' porque la miel es un 'superalimento'. No digo más.
Para solucionar esta demanda de gasolina, o azúcar o glucosa celular, nuestro cerebro ha desarrollado un instinto por comer dulce, por conseguir azúcar en su estado más sencillo.
Antiguamente el dulce era escaso, se conseguía principalmente en la miel, el azúcar blanco es un invento 'moderno', en las frutas, como fructosa o azúcar de las frutas, especialmente las maduras, las más dulces, y en las **frutas secas **como las pasas, dátiles, orejones, etc. mucho más dulces que las frutas frescas.
Y jugábamos con ventaja frente a nuestra 'adicción innata al dulce'. Porque los dátiles están dulces, muy dulces, pero... ¿cuántos dátiles te puedes comer de una sentada? Seguro que en comparación con la cantidad de 'gominolas' que te puedes comer sin problemas, y sin hacer nada en el sofá. tu estómago no soporta comer más de 5 dátiles, o si te los comes, irás en pocas horas al baño por diarrea... ¿te ha pasado? A mi sí. Aún así, llevo dátiles cuando voy en bici o hago triatlones, porque me dan energía, pero tomándolos en pequeñas cantidades, claro.
Y si además le añadimos a que el sabor dulce está asociada a la infancia, al biberón que nos daban con cariño, a los buenos momentos en familia, comiendo tarta en cumpleaños, disfrutando un bollo o comiendo helado y celebrando lo bueno de la vida...Y acabamos comiendo bollos o pasteles o bombones cuando estamos tristes, nos sentimos sin alegría o pasamos por un mal momento.
Así podemos entender porqué el dulce es como los votos del matrimonio: en lo bueno y en lo malo. En lo bueno para celebrar y en lo malo para consolar.
Hay muchas más razones que explican nuestra adicción al dulce y la relación de sabor dulce con las emociones básicas: alegría y tristeza. Ahora se puede indagar y encontrar más.
2. Grasa y confort
Aquí la ecuación se complica, la grasa aporta el doble de calorías que los carbohidratos o las proteínas, por lo que en la evolución, grasa ha significado supervivencia, y hemos desarrollado una gran afinidad por los alimentos más ricos en grasas, especialmente las grasas animales para conseguir mayor cantidad de energía en los alimentos, y así poder aumentar nuestras propias reservas de grasa para sobrevivir a las épocas de hambrunas.
Las grasas son un 2x1. o un 3x1, o incluso un 4x1. En un alimento rico en grasas, tenemos el bundle pack o el paquete todo en uno. Por ejemplo una carne roja y grasa nos aporta proteínas de buena calidad biológica, una gran cantidad de energía en forma de grasas saturadas, vitaminas B, especialmente B12 (ausente en el mundo vegetal) y minerales como el hierro y el zinc.
El paquete completo de súperalimento en el mundo paleolítica estaba en el chuletón de mamut, mucha tela. Otro factor a tener en cuenta en el mundo de la grasa son las vitaminas liposolubles, recuerdamos que 'lipo' significa 'grasa' y las vitaminas liposolubles, K, A, D y E, están disueltas en grasas, animales y vegetales, si quitamos la grasa de las dieta, nos quedamos sin estas 4 vitaminas, imprescindibles para la vida.
Y aún hay más, las grasas son muy importantes para poder saborear la comida y para conseguir la sensación de jugosidad y terneza de alimentos fibrosos. Un ejemplo, las carnes más ricas en grasas son los cortes más jugosos, los que más nos gustan y apetecen comer, piensa en cómo paladeas un chuletón de lomo alto, parece casi mantequilla, o el secreto o la pluma ibérica. En cambio, los cortes de carnes magras, los que menos grasas tienen, son fibrosos y apenas nos dejan sabor a carne, tenemos que masticarlos o añadirlos a guisos de cocción lenta para que den sabor al cocido o caldo. Lo mismo pasa con las aves, las partes más jugosas y ricas en sabor como los muslos, son los más ricos en grasas. En cambio las partes más secas y menos sabrosas como la pechuga, son las que menos grasas tienen. Lo mismo ocurre cuando añadimos ingredientes a una receta, desde una simple ensalada a un jugoso caldo, si no añadimos un poco de grasa, apenas hay sabor. Desde el aceite de oliva virgen extra,
3. Sal y alegría
Nos decía ayer a padres, madres e hijos el chef Dani García de BiBo en la presentación de #PracticeCooking con la Fundación Mapfre que se sabe si un cocinero o cocinera está enamorado por el sabor de su plato, si está salado, eso es amor.
Diferente a los dos puntos anteriores, la adicción a la sal, nuestro gusto por la sal es un recurso básico para la supervivencia, y dada la escasez de alimentos salados en la naturaleza, piensa, piensa, a ver qué alimentos son salados al natural... Pues salvo la sal de roca o de mar, la leche materna, el agua de mar, el agua de coco, y poco más, los alimentos naturales están 'sosos', y les añadimos sal para darle sabor, por eso desarrollamos una gran preferencia por lo salado.
Tan importante es la sal, que la palabra 'salario' viene de 'sal', pues en algunas culturas, se pagaba el trabajo con sacos de sal marina, un bien preciado y valioso que se daba de forma natural en la orilla del mar, que aguantaba mucho tiempo sin estropearse y que ocupaba poco. Los trabajadores podían intercambiar alimentos y artículos de primera necesidad por la sal con la que les habían pagado,
La explicación de esta pasión por la sal está en el sodio, un mineral básico para la vida. Y como la sal es cloruro sódico, queremos ponerle sal a todo para conseguir sodio.
Como en el primer punto del azúcar, las células también necesitan sodio para sobrevivir. Recuerda las clases de biología y la bomba de sodio/potasio, o Na/K, la base de las relaciones entre el exterior y el interior de cada célula. Si falla, nos morimos, así somos.
Por esta razón doy tanta 'paliza' en Sport Life con la importancia de la hidratación en el deporte (pincha ahí si quieres saber más) y no sólo con agua al hacer deporte, mejor hidratarse con agua y sales minerales, especialmente si has sudado mucho, porque en el sudor hay agua y minerales, especialmente sodio, de ahí su sabor salado. Anda! hemos encontrado un alimento natural salado, ¡¡el sudor humano!!! Mejor no decirlo muy alto para que no se empiece a comercializar sudor humano en botella..., y la orina también es salada... PUAF, ¡qué asco!
Cuando nos falta sal, nos deshidratamos más fácilmente, de ahí que las caravanas del desierto llevaran sacos de sal, además de odres de agua. Al tomar sal, el cuerpo retiene más líquidos y no perdemos tanta agua al sudar por el calor o el movimiento. Y mira ahora, buscando soluciones, pastillas e infusiones para evitar o eliminar la retención de líquidos que nos hincha y nos hace parecer 'más gordos y gordas'.
El problema en nuestra sociedad es que la sal se ha convertido de un lujo a algo barato y fácil de conseguir, al fin y al cabo no sobra agua de mar, especialmente si vivimos en una península como la ibérica y nos sobra el sol para secar el agua y obtener la sal. Piensa lo que cuesta un kilo de sal normal, y piensa lo que te he comentado:
La sal es sabor, y el sabor es alegría
Ya tienes la respuesta por la que nos gusta tanto la salud y basta añadir sal a cualquier alimento o receta para tener éxito seguro. Desde las salsas (de 'sal) a las carnes, pescados, huevos, sopas, las marcas de nutrición lo saben, y ponen más sal de la que necesitamos, así se aseguran que 'no podemos dejar de comer sólo una'. Venta asegurada del producto, y volverás a comprar, porque está muy rico.
Otra razón por la que se utiliza tanta sal en la industria alimentaria es por sus propiedades como conservante. Al añadir sal a un alimento perecedero como el pescado o la carne, se deshidrata y se seca, consiguiendo mantenerlo más tiempo sin que proliferen las bacterias y lo echen a perder. De ahí sale nuestro jamón ibérico, y el resto de embutidos tradicionales de carne. También los pescados, el bacalao salado era el pescado que conseguía llegar sin estropearse desde el mar al interior...
Otros alimentos muy salados son los enlatados y los encurtidos, los primeros para conservar y dar mas sabor que se ha perdido al enlatar, o en los segundos porque la salmuera (de sal...) consigue que un alimento como las aceitunas, incomestible de forma natural, se haga comestible y además muy sabroso.
Y ahí lo dejo... Hay más razones que nos hacen comer sin control alimentos que no deberíamos, y que se asocian con emociones positivas, pero para mi, estos tres puntos resumen el problema básico actual, me quedaría hablar porque me vuelve loca el curry, con su mezcla de especias, o porque los alimentos con sabores amargos y ácidos me llenan y me dan más placer que los dulces.... pero eso para otra ocasion
Si os ha parecido interesante este post sobre alimentos y emociones, por favor compartir, cuantas más personas seamos conscientes de cómo nos relacionamos con la comida, más aprenderemos cómo solucionarlo y como ayudar.
Os dejo un interesante vídeo de www.alimmenta.com, dietistas-nutricionistas colaboradores habituales con Sportlife.es, en el que Mª José Moreno, Psicóloga Clínica de Alimmenta y especialista en Psiconutrición, nos cuenta cómo mejorar nuestra relación con la comida.
Os adelanto que el próximo post será de trucos y consejos para solucionar nuestra adicción a la comida. Porque una vez que hemos identificado nuestra debilidad o debilidades, es más fácil conseguir controlarla y seguir disfrutando de la comida sin problemas, remordimientos, enfermedades o kilos de más.
¡Buen provecho!