Muchos deportistas se visualizan dónde están sentados, los jueces, los colores de la pista, los olores, todo. En su cabeza han vivido cientos de veces aquello que es controlable por su parte. Y cuando suben al pódium a por la medalla, ese pódium lo han subido ya, han oído el himno, se han emocionado y confiaban en llegar al lugar al que querían llegar.
Cuando un deportista te dice que tiene confianza significa que sabe que puede hacer aquello para lo que está preparado. Preparados física y técnicamente están muchos de ellos. Han entrenado largas sesiones de entrenamiento, dominan la técnica, han conseguido los tiempos, conocen sus sensaciones; pero el deportista que tiene confianza es el que está seguro de lo que tiene y se ve capaz de exponerlo en la competición.
La confianza es la antítesis de la duda.
El deportista con confianza piensa “sé que puedo, estoy preparado" y en su mente se repite una y otra vez la historia del que sale a dar su mejor versión, controlando cada paso, cada movimiento, viéndose triunfador. Tener confianza supone estar preparado para el momento, en todos los sentidos: física, mental y motivacionalmente.
El jefe de bomberos del departamento de Phoenix dijo una vez que: "tener confianza es saber qué hacer incluso cuando no sabes qué hacer". Y esto significa anticiparte a las soluciones, porque la confianza es tener bajo control todo lo que sí es controlable. Cuanto más preparado estás, más confianza sientes.
La confianza se nutre de:
Tener un plan
Cuanto menos dejes a la improvisación, mejor. La mayoría de los deportistas de alto rendimiento son grandes controladores. Tienen todo bajo control, incluso de forma obsesiva. Suelen acompañarlo de rutinas que les ayudan a mantener la concentración e introducirles en la competición.
Visualizar
La mente es capaz de imaginar con exactitud lo que posteriormente vas a ejecutar, dejando así en la memoria un camino, una huella, una vivencia exacta. La visualización anticipa, te prepara y fortalece. Es vivir tu experiencia deportiva de forma imaginaria.
Anticiparte a los problemas acompañándolos de soluciones
Necesitas sentido común, preparándote para lo mejor y para lo peor, y sabiendo cómo actuar en cada momento. No se trata de imaginar el fracaso, pero sí saber cómo actuar si hay más humedad, si un corredor te cambia el ritmo o si el rival juega el partido distinto a cómo habías anticipado.
Estar pendiente de las sensaciones positivas en los entrenamientos
Se trata de ir grabando en la memoria todo lo que da seguridad en los entrenamientos, palabras, sensaciones, gestos técnicos y rituales.
Experiencia con la adversidad y saber que puedes superarla
Sabemos que no se entrena con la misma intensidad ni con la misma motivación que durante una competición, pero simular sensaciones extremas, momentos en los que se pase mal y comprobar cómo somos capaces de superarlos y aguantar la presión, nos dará seguridad cuando suframos durante la prueba.
Exprésate con determinación, sin duda
Tu cerebro pone en marcha lo que tú le dices que vas a realizar. Si te orientas a evitar el fracaso, aumentará la incertidumbre y la duda, pero si te orientas a lo que puedes, a lo que sabes que puedes, también aumentarás las probabilidades de ejecutarlo.
Eres bueno, y lo sabes
Repasa tus logros y relaciónalos con el esfuerzo y los valores que invertiste para conseguirlos. Si sabes por qué tuviste éxito, también podrás repetirlo. Igual que nos responsabilizamos de nuestros errores, hagámoslo con lo que nos sale bien.
Como dijo Tom Kite, “dale a la suerte una oportunidad para que se manifieste". Incluso para poder tener suerte, tienes que confiar en que vas a tenerla, y generar oportunidades.