Por fin llega el frío, la nieve, sacar la ropa térmica para correr, montar en bici, esquiar o hacer montaña. Hay que prepararse para que las gripes y resfriados no nos estropeen los planes y acabemos sudando en la cama con fiebre y medicamentos. Hemos preguntado a las abuelas, que nos cuidan mucho, cómo protegernos de gripes y catarros y cuidarnos mejor este invierno.
Antiguamente no se podía bajar a la farmacia a por un medicamento para bajar la fiebre, quitar la tos, los mocos, aliviar el dolor de cabeza o a por el antibiótico que nos recetaron (que ya sabemos que no hay que comprarlos sin receta). Antiguamente, si caías con gripe había que aguantarse y si te lo podías permitir, meterte en la cama y sudar la fiebre con la bolsa de agua caliente y los caldos hechos a fuego lento.
Ahora tenemos muchas opciones en la farmacia para aliviar los síntomas de la gripe y resfriados, pero como decía un médico en la universidad: para curar una gripe puedes quedarte en cama con sopas calientes durante 7 días o tomar antigripales durante una semana. Vamos, que la gripe tiene un proceso natural de curación, y cuando la pillas, más te vale cuidarte, porque no hay atajos. Solo te puedes “engañar” para no sentir el dolor o malestar tomando un analgésico, pero la infección sigue su curso y a veces es mejor sentir el malestar y meterse en la cama, que ignorarlo y seguir con la vida de ‘alta velocidad’ que llevamos, y que puede alargar una gripe o dejarnos sin defensas para todo el invierno.
Aquí os dejo unos cuantos remedios tradicionales para prevenir y curar gripes y resfriados. Seguro que has oído muchos, son clásicos con el sello ‘made in Spain’ de la ‘buena abuela’, pero otros te sonarán extraños, porque los he aprendido de ‘abuelas exóticas’, y también funcionan, aunque cueste un poco más encontrar los ingredientes en el mercado:
1. La receta de sopa de pollo.
La receta tradicional de sopa de pollo depende de cada abuela y cambia en cada lugar del mundo, pero siempre contiene pollo troceado con su piel y huesos y hortalizas de invierno. Ya en el siglo XII, el médico judío Maimónides recomendaba caldo de pollo para el resfriado común, y según varios estudios científicos, iba bien encaminado. ¿Qué hace el caldo de pollo? Por un lado, la piel de pollo es rica en el aminoácido cisteína, base de los antimucolíticos de acetilcisteina para aliviar la congestión nasal y fluidificar la mucosidad, y al hervir el pollo durante un tiempo prolongado, facilitamos la liberación de este aminoácido. En otros estudios como el del Centro Médico de la Universidad de Nebraska (EE UU) se ha encontrado que el caldo de pollo contiene sustancias que facilitan la liberación de las células de defensa que acuden a los lugares infectados y liberan enzimas que destruyen virus y bacterias. Además, la sopa o caldo de pollo también contiene vegetales con propiedades medicinales como las cebollas, nabos, zanahorias, ajo, perejil, apio, etc. Y en muchos sitios se le añade pimienta picante, creando una mezcla que aúna los beneficios de todos los ingredientes, en un formato fácil de digerir como es un caldo y que se toma caliente, hidratando, nutriendo y templando al cuerpo.
2. Los poderes del agua fría.
Aunque no apetece mucho, el agua fría tiene un gran poder para aumentar las defensas y ayudarnos a prevenir la gripe y el resfriado. Trata de terminar la ducha matutina con medio minuto de agua fría, lavarte las manos con agua fría, meter los pies en agua fría o incluso ponerse unos calcetines mojados y guardados en el congelador, todos son remedios tradicionales para reforzar las defensas. Los poderes del agua fría se basan en que esta provoca vasoconstricción (encoge los vasos sanguíneos), reactivando la circulación. También activa la producción y movilización de las células de defensa y de sustancias antiinflamatorias, poniendo en marcha todo el sistema inmunitario para prepararlo para el frío.
3. Puntos calientes.
Ya sabes que perdemos gran parte del calor corporal por la cabeza y las extremidades, pero al final invertimos más en un abrigo en invierno o en diferentes ‘capas’ para salir a la calle o a hacer deporte cuando hace frío. Pues no te olvides de llevar siempre unos buenos guantes, una bufanda o braga para el cuello y un gorro, tanto para salir como para hacer deporte. Comprobarás que tu cuerpo mantiene mejor la temperatura, especialmente cuando sales a correr, incluso aunque vayas de ‘corto’. Así no solo previenes las infecciones, también te encuentras mejor cuando han empezado los primeros síntomas. Otro truco de abuela es ponerse calcetines de algodón para dormir.
4. Jengibre y limón.
Ya sean naturales como en infusión, el tándem de raíz de jengibre y limón funciona muy bien para las gripes y catarros. Ambos son antiinflamatorios y antisépticos y te ayudan tanto a prevenir las infecciones como a aliviar los síntomas cuando ya has caído. Para prevenir la gripe, debes tomar cada mañana una rodaja de raíz de jengibre orgánica fresca sin pelar y el zumo de un limón. Y si ya notas congestión, mastica la raíz de jengibre, ¡el alivio es tan inmediato como el picor que produce! También funcionan muy bien en infusión, dejando la raíz fresca rallada con la corteza de limón orgánico hervir unos minutos, para dejar reposar otros 10 minutos y colar. Tiene mejor sabor y pasa mejor que en fresco, a los niños les gusta mucho.
5. Baja la calefacción.
Sí, solemos pensar que enfermamos porque pasamos frío, pero en realidad son los cambios de temperatura bruscos los que nos hacen débiles ante las infecciones. Nuestros abuelos no tenían calefacción, tenían estufas o chimeneas, y no eran tan frioleros como somos ahora. Los seres humanos no tenemos piel para protegernos del frío invierno, pero si tenemos mecanismos de termorregulación, entre ellos está la ‘grasa parda’, con funciones termogénicas, que se guarda para el invierno y se consume para regular la temperatura. Esta grasa no se acumula en la barriga como la grasa blanca, no te preocupes, los bebés nacen con ella para protegerse del frío, pero con la presencia de calefacciones en las casas y oficinas, estamos perdiendo la capacidad para regular nuestra temperatura corporal y no estamos preparados para pasar de la calidez del interior al frío del exterior. Basta regular el termostato de la calefacción para que no pase de 20-21ºC para estar cómodos sin pasar frío.
6. Bomba antigripal: ajo, miel y zumo de limón.
Es un remedio fuerte, no apto para estómagos delicados, pero tiene un efecto antiviral y antibacteriano muy potente, y es que aúna las propiedades del ajo como antiséptico, el limón como antiinflamatorio y la miel como fluidificante. Se hace machacando 2-3 dientes de ajo en un par de cucharadas de miel caliente a las que añadimos el zumo de limón recién exprimido. Se toma a cucharaditas y en caliente y el efecto se empieza a notar en la boca, donde explota el fuerte sabor del ajo y nos deja el regusto que va pasando poco a poco a la garganta, los pulmones y hasta se puede sentir cuando llega al estómago, pero no te preocupes porque tiene digestión intensa. A las pocas horas, notarás que el sudor empieza a oler a ajo, señal de que la ‘bomba’ se está extendiendo por todo el cuerpo y está eliminando la infección y las toxinas. Repite la dosis cada 6 horas, como si fuera un antibiótico, y en 2-3 días notarás que has salido reforzado de la gripe o catarro, aunque tu ropa de cama, de deporte y de vestir tenga que pasar por la lavadora para eliminar el olor a ajo.
7. Cebolla para la tos.
La cebolla que nos hace llorar cuando la cortamos en la cocina, también hace que los mocos se fluidifiquen en la nariz, pulmones y vías respiratorias. Hace unos años, el investigador japonés Shinsuke Imai descubrió que al cortar la cebolla se liberaban las sustancias contenidas en el interior de las células y entraban en contacto con el aire. Entre ellas está la enzima “factor lacrimal sintasa” que transforma aminoácidos celulares en otros productos y en el proceso se genera una sustancia volátil llamada Sin-Propantial-S-óxido, que es rica en azufre y que al final es la responsable de la irritación ocular y del lagrimeo. Aunque nuestras abuelas desconocían los estudios del japonés y los complejos nombres químicos, si sabían que si hay tos y mocos, es bueno dejar una cebolla cortada cerca de donde trabajamos o en la almohada, y que hervir la cebolla en agua con miel para hacer un jarabe espeso ayuda también para dejar de toser y eliminar mucosidades.
8. Comida picante para la congestión.
Cualquier condimento, especia o comida que pique no solo aumenta la temperatura corporal, calentando el cuerpo y ayudando a eliminar las bacterias como hace la fiebre, sino que también ayuda a eliminar la congestión nasal y las flemas, abriendo las vías respiratorias. Los picantes que provienen de los pimientos como el chile, cayena, pimentón, etc. contienen capsaicina, con efecto termogénico y antiséptico, pero hay otros tipos de picantes como wasabi, o pasta verde del rábano picante japonés, el gari o jengibre encurtido del sushi, o la pimienta. Puedes escoger entre diferentes opciones para añadir picante a tu infusión, sopa o batido caliente y ayudar al cuerpo a eliminar la infección y mantener la temperatura corporal.
9. Zumo de limón.
El zumo de limón fresco es ácido por su alto contenido en vitamina C y ácidos frutales, antiinflamatorios y antisépticos que ayudan a eliminar virus y bacterias de las vías respiratorias y digestivas y refuerzan las defensas. Además, el zumo de limón disuelto en agua ayuda a hidratarse, muy importante cuando el cuerpo pierde líquidos por el sudor y la fiebre, que no reponemos porque no hay ganas de comer ni beber. Es muy recomendable que desde el primer síntoma de resfriado o gripe tengas a mano una botella de vidrio con una limonada casera, hecha con un litro de agua o té verde, el zumo de 2 limones, una pizca de bicarbonato sódico, un pellizco de sal marina y una cucharada de miel. Así podrás hidratarte con un extra antigripal.
10. ‘Golden milk’.
La leche dorada o de cúrcuma es una bebida tradicional oriental que vale para casi todo, tiene un potente efecto antiinflamatorio y antioxidante, por lo que se usa para aliviar el dolor e inflamación en la artritis y para prevenir y tratar tumores, pero también ayuda a aliviar los síntomas de la gripe y resfriados, la congestión nasal, el dolor de cabeza y garganta. El flavonoide curcumina de esta raíz naranja no es de fácil absorción, es conveniente tomarlo disuelto en una grasa saludable como la del coco y activarlo con el calor y la pimienta negra que amplifica su absorción un 2.000%.
Receta: Se puede hacer ‘golden milk’ o leche dorada fácilmente en casa. Basta calentar un vaso de leche de coco con una cucharadita de cúrcuma en polvo y un pellizco de pimienta negra. Remueve para que se disuelva bien sin que llegue a hervir hasta que tenga un color amarillo-dorado. Puedes añadir miel si el sabor te resulta amargo.
11. Gárgaras de bicarbonato para la garganta.
Cuando notes la garganta inflamada y dolorida, no esperes hasta que las anginas no te dejen ni hablar. Ten a mano un bote de bicarbonato sódico simple, para disolver una cucharada en un vaso de agua templada, con el que tendrás que hacer gárgaras de un minuto de duración y al menos 5 veces. Puedes repetir cada 2-3 horas. Si lo coges a tiempo, la inflamación y el dolor bajarán y te habrás librado de la infección de garganta con un método de ‘abuela’.
12. Miel.
Una cucharada de miel por la mañana en ayunas te ayuda a reforzar las defensas, especialmente la miel de romero. Si ya has caído y empieza la tos, toma dos cucharadas de miel de tomillo, que reducen el dolor e inflamación de garganta y suavizan la tos. En un estudio realizado por la revista ‘Pediatrics’ con niños (mayores de un año) a los que se les dio 2 cucharadas de miel antes de dormir, estos niños no solo tosieron menos, además durmieron mejor.
13. Baño de vapor con esencias.
Los vahos de las abuelas son un alivio para la congestión nasal, especialmente si se ha complicado con sinusitis y apenas podemos respirar por la nariz. Los vahos tradicionales se hacen poniendo a hervir una cacerola grande con agua, que se retira del fuego y a la que se añaden aceites esenciales o incluso plantas aromáticas como eucalipto, menta, pino, alcanfor, árbol de té, salvia, tomillo, romero, etc. Ahora hay máquinas para hacer vahos, aunque el método de respirar encima de la olla con una toalla encima de la cabeza para que no se escape el vapor, es lo tradicional. También puedes añadir las esencias al agua del baño caliente, o a la sauna, todo funciona si respiras los vahos aromáticos durante 10 minutos y dejas que hagan su acción y despejen la nariz.
14. Infusiones de plantas medicinales.
Hay tantas infusiones como abuelas, quizás más, porque las abuelas tienen una nueva para cada vez. Aquí te dejo las tradicionales con plantas europeas: menta para despejar la congestión, tomillo para la tos, romero para las defensas, regaliz para la tos, manzanilla amarga para la gripe estomacal, tila para la fiebre leve, bayas de escaramujo para la gripe con diarrea, etc. Puedes mezclar 2-3 plantas cada vez y añadir miel para endulzar la infusión caliente y zumo de limón fresco para darle un toque ácido. La verdad es que todas se agradecen cuando estás en cama.
15. Propóleo como antibiótico natural.
Los productos de las abejas tienen muchos usos para prevenir y curar gripes y catarros, pero el propóleo o propolis (del griego pro, para o en defensa, y polis, ciudad) destaca entre los demás (polen, miel, cera, jalea real, etc.) ya que es la sustancia resinosa que recolectan las abejas de las yemas de árboles como el pino o el roble y con la que las abejas sellan la colmena para evitar las infecciones que pueden acabar con la comunidad. Se conoce como el antibiótico natural por su potente efecto antiséptico gracias a los flavonoides y ácidos variados que hay en su composición compleja, es un buen calmante del dolor y regenerante de los tejidos. Se comercializa de muchas maneras, el extracto alcohólico es el que mejor te viene, ya que lo puedes tomar directamente en la boca, diluir en agua para hacer gárgaras, aplicar con miel o en pomada en las heridas para evitar la infección y mejorar la cicatrización.