Esto le pasa a tu cuerpo cuando envejeces, pero unos buenos hábitos de vida pueden ralentizar y mejorar la situación
Seguro que tienes clarísimo cómo envejece tu cutis y que le pasa a la epidermis del resto de tu cuerpo con los años así como lo que puedes hacer para frenar y ralentizar este proceso con hábitos saludables y ayuda cosmética, ¿pero qué pasa con el resto de tejidos de tu cuerpo?
NO HAY FRENO AL ENVEJECIMIENTO
¡Malas noticias! ¡No hay freno en esto de encaminarse a la tercera edad! Pero esto no quiere decir que un estilo de vida activo, una dieta sana y una visión optimista ante el futuro no ayuden y mucho a llegar a ser unos abuelos sanos, felices, con una calidad de vida más que decente y con un cuerpo lo menos deteriorado posible.
PERO CADA VEZ VIVIMOS MÁS Y MEJOR
En los países desarrollados cada vez vivimos más y mejor, esto es un hecho. Según la ONU en el 2050 el número de personas mayores de 80 años rondará los 377 millones y ya en 2014 en España la cifra de mayores de 65 suponía según el INE un 18,1% de la población, datos espectaculares si tenemos en cuenta que en 1900 no superaban el 1% de la población mundial.
¿TIENE UN LÍMITE GENÉTICO LA VEJEZ HUMANA?
Según el doctor Mauricio Herrera, el material genético del ser humano tiene un límite de supervivencia que oscila entre los 120 y 125 años, marcándose así la cota de vejez que podríamos alcanzar.
Sin embargo, en este ambicioso objetivo de supervivencia también entran en juego tanto factores ambientales como hábitos nutricionales y de estilo de vida. Además, en esto los deportistas estamos de suerte. Como bien señala este especialista, la degradación de los tejidos y de la salud general que supone el envejecimiento, ¡siempre es menor si se practica y se ha practicado deporte a lo largo de la vida!
¿QUÉ CAMBIOS FÍSICOS IMPLICA EL ENVEJECIMIENTO?
Pero volviendo al determinismo de la edad, el gerontista Leonard Hayflick daba la siguiente explicación: las células tienen un límite de subdivisiones (alrededor de 50), posteriormente dejan de subdividirse y… mueren. Así, las modificaciones que necesariamente los años producen en nuestros tejidos nos harían:
1. Más bajitos y con menos agua:
Existe una explicación muy simple a por qué tu abuelo, ese hombre de 1,80 m que incluso era más alto que tu padre, terminó sus días unos centímetros más bajo que él, ¡y no es solo que no tuviera fuerza para erguirse!
Y es que los hombres pierden cerca del 17% de su masa ósea y las mujeres casi un 30% y esto conlleva una pérdida de estatura, de unos cinco centímetros en la mujer y de tres en los hombres.
Precisamente, una de las razones de este cambio es la pérdida de agua corporal, que provoca que los discos intervertebrales se hagan más estrechos y las vértebras se aproximen. Si en los hombres jóvenes cerca del 61% del peso del cuerpo es agua (51% en mujeres), en los varones de entre 57 y 86 años el dato se reduce al 54% (46% en las mujeres).
Esto le pasa a tu cuerpo cuando envejeces, pero unos buenos hábitos de vida pueden ralentizar y mejorar la situación
2. Tener más grasa y menos músculo
Nuestra trabajada y amada musculatura disminuye y, por mucha guerra sin cuartel contra la grasa que hayamos tenido, esta aumenta.
Los hombres de 70 años suelen tener unos 9 kilos menos de masa muscular de la que tenían a los 40 y unos 3,4 kilos más de tejido graso. Entre los 55-75 años por la pérdida de músculos, de agua y de masa ósea disminuye el peso.
Y si te asombra que tu abuela que ha vivido toda la vida en Soria pase ahora más frío que hace 50 años cuando ni tenía calefacción, existe explicación: a partir de los 75 años se pierde grasa y capacidad de generar energía, y por eso se tiene más frío.
3. Una piel menos sensible y ¡adiós al sudor!
Además de los cambios obvios de la epidermis, en las capas más profundas de la piel se producen otros cambios de los que no solemos hablar.
- El primero es que las glándulas sudoríparas desaparecen o dejan de funcionar y por eso se suda menos y se desprende menos olor corporal.
- El segundo es que la capa profunda que se encuentra debajo de la epidermis y de la dermis, la que controla la pérdida de calor corporal y amortigua los golpes, se pierde. Y finalmente, las células nerviosas de la piel también se vuelven menos eficientes y se reduce la sensibilidad al calor o al dolor.
La cosmética también puede ayudarte
Actualmente, existe en el mercado una gran cantidad de productos capaces de no solo hidratar las capas más superficiales, sino también de tonificar y mantener la elasticidad de los tejidos más profundos para ralentizar su degeneración. Esther Ortega, directora de Formación del Institut Esthederm, recomienda estas pautas de actuación:
1. Exfolia en profundidad cada 15 días. El objetivo es conseguir que la piel permita una penetración mucho más profunda de las cremas y sueros.
2. Mucho más que hidratar... ¡Y a diario! Busca una hidratación óptima y que active las fibras de sostén (aquellas encargadas de mantener la elasticidad de los tejidos, como es el caso del colágeno) y que reparen las fibras que están más expuestas a la tracción y comprensión (oxitalanas). En definitiva, una hidratación que permita penetrar más allá de la epidermis.
3. Quema y reactiva. La cosmética también debe orientarse a la quema de grasas y a la reactivación de la circulación sanguínea y linfática, con el fin de mantener la tersura, el equilibrio hídrico y elasticidad del tejido mucho más tiempo.