La quemadura solar aparece cuando el grado de exposición al sol supera la capacidad de la melanina para proteger nuestra piel. Cuando la piel está roja y caliente, ya se ha producido una quemadura de primer grado. Si las molestias son leves, podemos aplicar aloe vera (cuando más puro mejor, y siempre sin alcohol). También existen cremas que contribuyen a la cicatrización, con vitaminas e ingredientes reparadores. Es conveniente aplicar compresas frías y evitar los roces sobre la zona quemada, así como ducharse con agua templada (nunca muy caliente) y evitar los jabones fuertes.
Cuando ya aparecen ampollas, estamos hablando de quemaduras de segundo grado. Es muy importante no manipular ni rozar las ampollas. Si la zona quemada es muy amplia (por ejemplo, toda la espalda o todas las piernas) o si aparecen síntomas generales como fiebre, escalofríos o náuseas, se debe acudir al médico. Este puede recetar un antibiótico en pomada u oral si es necesario.
Nuestra piel tiene un gran poder para regenerarse, pero si las quemaduras se acumulan, se producen alteraciones en su configuración que a la larga pueden producir cáncer. Además, la exposición solar es la principal causa del envejecimiento prematuro y la aparición de arrugas y manchas.
Evidentemente, las personas más expuestas a quemarse la piel son los bebés, los niños y las personas de piel clara (fototipos I y II).
Pero incluso las personas de piel oscura y negra (fototipos III-VI) se pueden quemar y deben protegerse del sol.
¿Cómo se pueden prevenir las quemaduras solares?
- Aplicar factor de protección solar alto (SPF 30 o más) en todos tus entrenamientos al aire libre y repetir su aplicación cada 2 horas.
- Evita entrenar en las horas de máxima intensidad solar (de 12 a 16 horas)
- Utiliza gafas con cristales homologados y gorras técnicas. Elige siempre prendas técnicas de entrenamiento y comprueba que garantizan un alto grado de protección solar.
- Limita la exposición solar a 2-3 horas y siempre protegido.
- Si no puedes evitar pasar muchas horas entrenando al sol, puedes tomar complementos nutricionales para protegerte internamente. Normalmente contienen licopeno, vitaminas E y C que actúan como antioxidantes y luteína.
¿Cuándo empieza el daño?
Para que te hagas una idea de la importancia de la protección solar, el tiempo máximo que los expertos recomiendan estar sin protección tomando el sol un día de radiación UVI baja y en invierno es de solo 80 minutos para las pieles claras y de 110 para las oscuras.
¿Te parece poco, verdad? ¡Seguro que has hecho rutas en bici bastante más largas y sin llevar protección!
Pues con estas cifras te haces una idea de lo temprano que tu piel comienza a recibir daños, que puedes paliar en este tipo de días de forma fácil con un SPF de 15 en pieles claras y de 8 para oscuras. En días de verano de alta radiación, bastante habituales en nuestro país, los daños en pieles claras comienza pasados solo 15 minutos y 25 en oscuras, en estos casos la recomendación es de 50 SPF para ambas.
¿Demasiada protección del sol puede conllevar un déficit de vitamina D?
Se ha detectado en los últimos años una proliferación de los casos de déficit de vitamina D, que es una de las carencias que más sensación de cansancio producen en quienes la padecen.
La síntesis de esta vitamina está muy relacionada con la exposición solar. No obstante, esta "ola de carencias" no puedes estar relacionada en exclusiva con la falta de exposición solar o el exceso de protección, y más cuando aparece también en personas jóvenes que trabajan al aire libre.
Ante la duda, es primordial protegerse bien del sol, dado que una exposición irresponsable puede provocar cáncer, y acudir al médico para que realice una analítica que determine si es conveniente tomar una suplementación de vitamina D.
Huesos frágiles, osteoporosis, depresión, dolor crónico, sudoración excesiva, calambres, diabetes o asma, son algunos de los 8 problemas que pueden deberse a la falta de la vitamina D.