- No te lleves el trabajo a casa. Haz de tu casa un hogar agradable donde puedas relajarte y deja los problemas fuera, todo el mundo necesita desconectar y nada es tan importante que no puedas hacerlo mañana. Si te cuesta desconectar, vete al gimnasio o a correr antes de entrar en cada, o date una ducha al llegar a casa, ponte el pijama y escucha música o tu programa de radio favorito. Dentro de ti hay un "Yo" laboral y un "Yo" casero y no duermen en la misma cama.
- Apaga la tele y olvida el telediario. Las noticias para primera hora de la mañana, por la noche hay que buscar actividades placenteras sin caer en la decadencia del sofá y el mando. Puedes ir a correr si no has podido entrenar durante el día. Da un paseo con tu perro o con algún vecino, haz un circuito de media hora con pesas y un fitball, etc. Dedica tiempo para relajarte y encuentra un espacio para ti.
- Prueba con la acupresión. Si después de trabajar te pesan los ojos, coloca las yemas de los dedos índices bajo tus cejas en la parte superior del tabique, donde éstas se juntan con la nariz. Haz presión ligera y suelta, mueve los dedos despacio a la altura de las cejas, y ejerce pequeñas presiones ascendentes hasta llegar a las sienes.
- Vuelve a dormir como cuando eras pequeño. Hay costumbres de la infancia que no deberían perderse: Un cacao con galletas antes de dormir, un ratito de lectura, un cuento o rememorar lo bueno del día, etc. Hay rutinas que necesitas para desconectar e irte a dormir sin problemas, y si el sueño no aparece, castígate un poco: haz 10 fondos al pie de la cama, verás como te duermes al instante.
- Haz el muerto. Aunque no estés en el agua, la posición del cadáver es el mejor método de desconexión que existe. Túmbate en la cama de espaldas con las piernas ligeramente separadas y los pies hacia fuera. Coloca los brazos con las palmas hacia arriba muy separados del cuerpo para liberar los hombros. La cara deberá estar paralela al suelo (pon un cojín debajo si lo necesitas). Cierra los ojos y evita cualquier expresión facial. Relaja la boca y sienta la parte frontal del cerebro en calma. Busca en tu interior, hacia abajo, en el corazón y analiza tu respiración. Aspira y espira con lentitud y regularidad. Si te adormeces no te preocupes, vuelve a centrarte en la respiración. Mantente en esta posición durante 10 minutos, ¡y a dormir!