Pablo Villalobos es, a los 37 años, una de las referencias del maratón en España. Debutó como internacional en pruebas de medio fondo, pero ha conseguido sus mayores éxitos internacionales en pruebas de fondo: quinto de Europa en Maratón en 2010 y séptimo de Europa en 5.000 en 2006. También es licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y entrenador nacional de atletismo, exactamente igual que su mujer, Amaya Sanfabio (también de 37 años), una de las pioneras en España de 3.000 obstáculos y además maestra especialista en Educación Física. Juntos comparten la pasión por el atletismo y dos preciosas niñas, Ariadna, de casi cuatro años, y Alicia, de ocho meses.
¡Una familia que hace suyo el lema de "La vida es el mejor deporte"!
Estos grandes del deporte nos hablan de correr, pero también de su día a día en el que tienen que conciliar familia y entrenamientos. Aquí tenéis parte de la entrevista que podéis encontrar en el último "Deporte divertido" para que veáis que el deportista empieza desde pequeño y también os dejamos algunos vídeos de Ariadna disfrutando mientras juega a hacer deporte. Y es que los niños imitan a los padres... ¡en todo o casi!
SL: Supongo que os conocisteis en la pista de atletismo…
Amaya-Pablo: ¡Pues no! –nos cuenta Amaya-. Nos conocimos en internet, en un chat de atletismo. Lo más curioso es que teníamos muchos amigos comunes y después hemos caído en la cuenta de que ambos habíamos coincidido previamente en varios campeonatos, pero no habíamos reparado el uno en el otro hasta que empezamos a chatear. Nos conocimos personalmente en 2001, en el campeonato de España de Cross en Salamanca. En realidad, ver a Pablo fue un aliciente para empezar a entrenar más en serio. Yo en las categorías inferiores no obtenía buenos resultados y me limitaba a acompañar a mi hermana melliza, Tamara. Pablo entonces vivía en Cáceres y yo en Madrid, clasificarme para los campeonatos y entrar en un equipo de élite era una forma de vernos casi todos los fines de semana, ¡puede decirse que me inicié en la competición por amor!
¿Cómo es un día normal en vuestra familia?
¡Uff! Tan liado como el de cualquier otra familia con niños en la que ambos padres trabajan –contesta Pablo- Aunque Amaya todavía no ha vuelto al trabajo tras el nacimiento de nuestra hija pequeña. Nos organizamos bien –continúa Amaya-. De hecho, nuestra hija mayor no fue a la guardería hasta que tuvo casi un año y medio. Cuando yo vuelva al trabajo, lo haremos del mismo modo. Pablo se quedará con Alicia, la pequeña, por las mañanas y después me tocará a mí quedarme con las dos por las tardes porque él tiene que entrenar y dirigir los entrenamientos personales y en grupos que tiene. Mi madre trabaja, así que no disponemos de abuelos que puedan quedarse con los niños, como ocurre en otras familias.
¿Y cómo os organizáis para entrenar con esos horarios?
Aprovechando cada hora del día en los huecos que uno puede ocuparse de las niñas –nos cuenta Amaya-, pero a veces he tenido que madrugar, otras veces corro a mediodía… incluso por la noche, cuando Pablo termina de entrenar. Y los fines de semana. Nos gusta llevarnos a las niñas a la pista y hacer deporte todos juntos.
Yo entreno por las tardes, cuando ya está Amaya para encargarse de las niñas -contesta Pablo-. El problema surge cuando algún día tengo que doblar. Ahora estoy recuperándome de una lesión, así que no es frecuente. Pero en ese caso, toca madrugar para entrenar antes de que las niñas se despierten. Si te organizas siempre hay tiempo –sigue Amaya-. Algo que hacemos mucho es ir corriendo de un lado a otro, como medio de transporte. Por ejemplo, si tenemos que ir a un sitio que está a 12 kilómetros, uno va corriendo y calculamos el tiempo para que el otro vaya en coche con las niñas. Cuando Pablo ha tenido que hacer algún entrenamiento largo los fines de semana, ha llegado a ir corriendo desde nuestra casa en el Ensanche de Vallecas hasta el INEF por Madrid Río, creo que son 20 km en total. Yo bajo con las peques y allí cambiamos, él se queda con las niñas y entreno yo.
¿Cómo lleváis eso de correr con el carrito?
Muy bien. De hecho, tenemos dos carritos, uno de una plaza y otro de dos, y a veces salimos a correr los cuatro juntos. ¡La gente se sorprende mucho cuando nos ve pasar! Rodamos a menos de 5 minutos el kilómetro.
¿A las niñas les gusta acompañaros?
Sí, ellas lo viven como una aventura. Alicia todavía es muy pequeña, pero le gusta el traqueteo de la silla cuando corremos. Las dos disfrutan viéndonos y acompañándonos cuando entrenamos. Muchas tardes, cuando hace buen tiempo, vamos los cuatro a las pistas del INEF o a la Casa de Campo. Mientras uno entrena, el otro se queda por allí, jugando con las niñas. Son muy respetuosas, nunca molestan ni se meten en las pistas cuando alguien está entrenando. En el INEF, las llevamos a ver entrenamientos de otros deportes, como los de bádminton, que está allí mismo. Y los fines de semana nos quedamos los últimos en la pista aprendiendo los números en la parrilla de llegada o haciendo salidas de tacos. Incluso nos llevamos algo de comer en plan pícnic y comemos todos juntos al aire libre.
¿En una familia tan deportista como la vuestra se cuida mucho la comida?
¡Especialmente desde que tenemos hijas! Comemos de todo, pero ahora equilibramos más las cenas que antes. Los menús del comedor escolar suelen contener demasiadas proteínas, así que nosotros tratamos de que se basen en hidratos de carbono sanos, con muchas verduras y legumbres. Tenemos la suerte de que a nuestras hijas, especialmente a Ariadna, les encantan las verduras.
¿Vosotros también venís de una familia de deportistas?
Mis padres no eran deportistas –responde Amaya-, pero mi hermana melliza Tamara (campeona de España de maratón 2011) y yo siempre hemos hecho deporte. Empezamos nadando, jugando al vóley, al baloncesto… a los 15 años descubrimos las carreras populares. Nuestros padres se cansaron de pagar la natación para que después no fuéramos y nos buscaron un equipo de atletismo. Desde entonces, no hemos dejado de correr, aunque yo he sido más inconstante que Tamara.
Yo también empecé como "multideportista" –nos cuenta Pablo-. Con 10 años vi el folleto de las escuelas municipales de mi pueblo, Almendralejo, y me apunté a baloncesto y atletismo. Con esos deportes seguí hasta que me trasladé a Mérida con 15 años. Hacía fondo en pista, campo a través y salto de longitud… ¡así que era el que más rebotes pillaba cuando jugaba al baloncesto!
¿Y ahora practicáis otros deportes?
¡No nos da el día a día! –sigue Pablo-. Cuando estoy lesionado hago natación, elíptica o monto en bici, pero todo orientado a mejorar el rendimiento en atletismo. Supongo que en el futuro, haremos más cosas. Pero los deportes que requieren mucha habilidad y equilibrio, tipo surf, skate… se me dan fatal, me gusta tener los pies en el suelo.
¿Las niñas ya han empezado a hacer deporte?
Voy con Ariadna a matronatación –dice Amaya-, nada más. ¡Con el deporte que hacen con nosotros ya es más que suficiente!
¿Os gustaría que vuestras hijas también se dedicaran al deporte de competición?
No nos importaría y las apoyaremos si toman esa decisión, pero nosotros lo que queremos es que disfruten del deporte, que para ellas sea algo natural ir en bici o patinando a los sitios, o aprender a esquiar. Que tengan riqueza motriz y que se manejen en todos los deportes, ¡qué bailen! ¡Qué disfruten como lo hacemos nosotros, aunque compitamos!
¿Cuáles son ahora vuestros objetivos deportivos?
Quiero correr mi primer maratón en 2016 –contesta Amaya-. He hecho algunas medias sin pensar en la marca, en 1 h22', por disfrutar, pero ningún maratón.
Este año pensaba correr el maratón de Sevilla con el objetivo de hacer marca para los Juegos de Río –nos cuenta Pablo-, pero una fractura de estrés en el sacro y una pubalgia, de las que me estoy recuperando, han retrasado bastante mi preparación. Tendré que dejar para abril mi objetivo de clasificarme para los Juegos. Tengo la espinita clavada de que no pude participar en las Olimpiadas de Londres por culpa de un problema de salud, a pesar de haber conseguido la marca mínima necesaria. No obstante, fuimos Amaya, Ariadna, que tenía cinco meses, y yo a verlos. Incluso pudimos entrar en la Villa Olímpica, fue una gran experiencia.