Cómo influye la anatomía femenina en el rendimiento deportivo

Así influyen las características corporales de la mujer en su rendimiento deportivo

Cristina Azanza

Cómo influye la anatomía femenina en el rendimiento deportivo
Cómo influye la anatomía femenina en el rendimiento deportivo

En la actualidad las mujeres hemos superado muchas de las barreras sociales y culturales que nos mantenían alejadas del entrenamiento deportivo. Esto nos ha permitido alcanzar altas cotas de rendimiento y de mejora en nuestros niveles de condición física. No obstante, no significa (ni mucho menos) que hombres y mujeres seamos iguales en el deporte. La ciencia explicita algunas peculiaridades que las mujeres debemos tener en cuenta a la hora de entrenar.


El  concepto clave  para entender los efectos del entrenamiento deportivo es la adaptación, que es el proceso mediante el cual  el organismo se recupera o restablece su equilibrio tras haber sufrido un estímulo o carga (entrenamiento). Una vez que el organismo recupera, no se produce un equilibrio al mismo nivel que estábamos antes del entrenamiento, sino a un nivel superior, un proceso que se denomina como supercompensación. Este fenómeno es el responsable de que cuando realicemos el siguiente entrenamiento estemos en condiciones de aguantar una carga mayor (de mayor duración, de mayor intensidad o ambas). Esta adaptación no es inmediata, requiere de un tiempo de recuperación o de entrenamiento suave y puede producirse antes o después, dependiendo de una serie de variables como son las características de la carga, el nivel de entrenamiento previo, los medios utilizados para la recuperación, etc.

Anatomía de la mujer deportista


Existen diferencias en la estructura anatómica femenina que influyen en la práctica deportiva. En general, las mujeres tenemos menor talla y peso que los hombres de la misma edad. Nuestra composición corporal también varía con respecto a los hombres, y la diferencia fundamental es la distribución de la grasa corporal, que se acumula en las mujeres con mayor proporción en glúteos, caderas y senos, lo que provoca una situación de cierta desventaja para algunas especialidades como la carrera a pie, pero que también puede ser ventajosa en otras como la natación, puesto que mejora la flotabilidad. Sin embargo, el porcentaje de grasa corporal en las mujeres puede disminuir con el entrenamiento (llegando al 11%,  muy cercano al de los varones), lo que llevado al extremo puede incluso llegar a alterar la función menstrual y repercutir negativamente en su salud.


La pelvis de la mujer es proporcionalmente más ancha que la del hombre, y también difiere el «ángulo Q», entre la pelvis y el fémur. La pelvis de la mujer está más inclinada hacia adelante que la del hombre, y como resultado aumenta en dirección hacia adelante la curvatura de la columna lumbar. Las mujeres tienen piernas relativamente más cortas que los hombres y, por lo tanto, un centro de gravedad más bajo. También tienden a tener mayor flexibilidad articular. Estas y otras diferencias estructurales se combinan para producir un estilo diferente de carrera que los hombres, por lo que es necesario conocer estas diferencias y aplicar una técnica adaptada a su anatomía.

 

 

 

Entérate de cómo responde el cuerpo de la mujer al entrenamiento, ¡te lo contamos!

 

Salud y mujer deportista, ¡esto es lo que tienes que tener en cuenta!