El famoso es su hijo Carlos y más tras ganar el Tour de Francia en 2008 con una exhibición impresionante en la cima del Alpe D´huez. . Pero el culpable de lo mucho que hemos disfrutado gracias a la factoría de ciclista de El Barraco y alrededor es Victor Sastre. Y hasta El Barraco nos fuimos para que nos contara su pequeño gran milagro.
Es fácil llegar a casa de Víctor Sastre. Según te acercas empiezas a ver señales que avisan a los conductores de la presencia de ciclistas. Y, además, es difícil que se te olvide la dirección porque vive en la calle del inolvidable Chaba Jiménez. Otro Jiménez, este Julio y tan buen escalador como José María, fue el que encendió en Victor la llama del ciclismo.
Yo tenía 11 años y aunque había nacido en El Barraco, era una época difícil y mis padres tenían que ir moviéndose adónde había trabajo. En aquel momento, cuando mi padre me regaló mi primera bici, estábamos en los Padros de Cardona, a 3 km de Avila. Yo veía a Julio Jiménez, que era juvenil, salir a entrenar. De aquella época recuerdo también la emoción con la que vivíamos en la meta del Paseo del Rastro cuando por los altavoces anunciaban quién pasaba primero por los puertos.
Mientras Julio Jiménez, conocido como El Relojero de Avila, se iba a convertir en estrella del Tour de Francia heredando de Bahamontes el reinado de la montaña en el Tour de Francia, Víctor se iba a Madrid a estudiar mecánica de frío. Allí vio terminar la Vuelta en la Casa de Campo con Anquetil de amarillo y Julio Jiménez coronado como rey de los escaladores. Comenzó a salir los domingos con el Club Ciclista Chamartín hasta que en un día de agosto se sacó la licencia y compitió por primera vez.
Quedé tercero y estuve a punto de ganar. Yo no sabía nada de correr. Hasta el punto que yo en las cuestas me marchaba sólo y pensaba que se estaban riendo de mí. Y no es que me dejaran, es que no podían.
Aunque con una pinta de globero espectacular, como él mismo reconoce, fue el comienzo de una brillante carrera como ciclista amateur. Y eso que no tenía lo que se dice una vida fácil.
Me levantaba a las 5 de la mañana para hacer en bici Madrid-Buitrago y vuelta. Luego entraba a trabajar como chófer y por la noche, de 8 a 11, seguía estudiando.
Una época en la que conoció a Juan Berrendero, dónde midió fuerzas con corredores del talento de González Linares o Nemesio Jiménez, y en la que estuvo cerca de representar a España en la Olimpiada de México.
Fue en el año 68. Decidí hacer la apuesta por el ciclismo y me fui a Barcelona al equipo Picadero-Damm con Pedro Torres, Pesarrodona, Rodríguez Ayora?pero tuve una caída bajando el Tibidabo y se torció todo.
Era uno de los 5 mejores amateurs de España, ganó 27 premios de montaña ese año, pero decidió dejar el ciclismo sin intentar el paso a profesionales pese a que hasta el mismísimo Bahamontes fue a casa a tratar de que lo reconsiderara.
Esto es como un chaval se pasa años estudiando para abogado y cuando saca el título, no ejerce.
Ni Fede fue capaz de levantarle la moral y allí terminaba la carrera de Sastre, del que todos decían que tenía la fuerza de un caballo. Eso sí, terminaba allí la carrera de ese Sastre, porque 40 años más tarde la familia se tomaría la revancha a lo grande: ganando un Tour de Francia.
LA PEÑA
Honestamente tengo que decir que dejé el ciclismo decepcionado. De hecho, estuve 15 años sin saber nada de nada del ciclismo. Siguió experimentado trabajos (taxista, repartidor de Danone), hasta que finalmente terminó sus estudios como mecánico especialista en frío. Más de 30 años trabajando en ese campo, los últimos 22 en Frisavi, la empresa que creó junto a su amigo Saturnino.En este periodo nacen sus tres hijos.
Eduardo, el mayor, llegó a ser cinturón marrón de judo, pero no le gustaba la competición; Miguel, el mediano, era tan bueno en la bici como Carlos.
El regreso de Víctor al ciclismo llegó la mano de Angel Arroyo.
En 1981 tuve un derrame cerebral y estuve 6 meses inmóvil. Estuve 45 días sin dormir y hasta perdí la visión y el habla. Poco a poco y gracias la fuerza de voluntad que tenía de mi época de deportista empecé a recuperarme. En el 82 llegó la victoria de Angel en la Vuelta a España (que luego le quitaron por la historia del doping). Entonces había mucha drogadicción en la zona de El Barraco y dedicimos hacer la Peña para homenajear a Angel y para alejar a los chicos de las drogas usando el ciclismo. Montamos la primera carrera a la que fueron 34 juveniles, hacíamos salidas cicloturistas los fines de semana, montamos charlas para informar del tema de las drogas que por entonces era un tema tabú, los padres que tenían esa desgracia en la familia lo ocultaban y se iban consumiendo y también montamos la Escuela Ciclista. Raúl Candil y José Luis Jiménez fueron los dos primeros.
Y desde entonces más de 20 años modelando ciclistas y lo que es más importante personas.
Había fines de semana que venía desde Madrid al pueblo y el sábado a Ávila correr con los cadetes; luego el domingo de madrugada a Madrid para llevar a los juveniles, los traías de vuelta al Barraco y por la noche otra vez a Madrid para trabajar el lunes a primera hora. La Escuela se llenó con más de 50 niños de toda la provincia.
Cuando llovía estaban en el garaje de casa dándoles charlas de cómo relevar o jugando al ping-pong.
Un impresionante sacrificio familiar y económico que ha sido posible gracias a que tanto mi mujer como mis hijos siempre han estado de acuerdo. La verdad es que estoy orgulloso de que los treshan heredado el deseo de mejorar la sociedad?.
Ilusión, respeto, sacrificio
Desde hace 5 años la Escuela se convirtió en la Fundación Víctor Sastre.
El objetivo era dar más credibilidad a las empresas e instituciones que nos apoyan. Al ser una Fundación el dinero está totalmente controlado. También nos permite tener acuerdos como el que hemos hecho con la Universidad Católica de Ávila. Ahora mismo tenemos ya a algunos corredores becados. Para Victor, el ciclismo no tiene valor si no hay formación. En su escuela no se plantea lo de elegir entre ciclismo y estudios. Estudios es siempre una variable fija. - Los estudios son para toda la vida; el ciclismo es optativo. Puedes ser limpiabotas, ciclista, albañil o abogado pero con una formación; el respeto no está en la profesión sino en los valores personales.
Cuando le preguntamos a este maestro de ciclistas por las 3 reglas que debe aprender un buen ciclista nos dice: 1) Superar las adversidades; 2) Saber trabajar para los demás; 3) Saber ganar. Por ese orden. Lo dice quién reconoce que cada día es más difícil encontrar niños que quieran disfrutar del ciclismo.
Las causas son el peligro de los atropellos en carretera, el daño que ha hecho el doping y la comodidad de los padres, que eligen otros juegos no tan formativos pero que a ellos no les dan problemas. Es más cómodo estar sentado viendo jugar a tu hijo al baloncesto. No se mojan, no hay que arreglar bicicletas, no hay que llevarle a Salamanca a competir. Si esto sigue así en el ciclismo no seguir con los valores de la Fundación a través del atletismo o de otro deporte. Y es una pena porque la bici es una gran escuela para la vida, los chavales aprenden el valor del esfuerzo, a sufrir, los valores del compañerismo y el sacrificio y si no aprenden así lo aprenderán a golpes en la vida.
Carlos Sastre aprendió bien la lección y el slogan personal que tiene el ganador del Tour (Ilusión, Respeto, Sacrificio) se puede leer en los maillots de los chavales (y chavalas, que las hay) de la Fundación.
¿Y cómo llega a fin de mes la Fundación?
Pues cuesta llegar, pero afortunadamente tenemos más de 140 socios y los mejores esponsors y además muy fieles. Caja Duero, Caja Avila, la Diputación de Ávila, el Ayuntamiento del Barraco, Dehesa Negra, Manso Motor?todos llevan muchos años creyendo en el proyecto. Eso sí, creo que la mayor riqueza que tenemos son los voluntarios. Está claro que por mucho dinero que tuviéramos no podríamos pagar a toda esa gente que te ayudan estando en un cruce en una carrera cuando toca organizar, llevando a las carreras a los niños, etc. El ciclismo de base se mantiene gracias a esos locos enamorados del ciclismo que hay detrás de cada peña, de cada equipo, de cada club, gente a la que esto le cuesta dinero y muchas veces disgustos en la familia.
¿Y no te da miedo que el día que te fallen las fuerzas se demsonte el castillo de la Fundación?
Veo a Carlos muy comprometido con la parte social y me da la sensación que de alguna forma él pueda asumir el relevo, que la fuerza que no tenga me la pueda dar él.
El chaba y Carlos
Claro que me acuerdo del primer día que vino El Chaba. Tendría 10 ó 11 años ¡y era una bola!. Ha sido el más trasto de los que he tenido pero también el más cariñoso; nunca una mala contestación, ni un mal gesto. Nunca. Siempre me pedía opinión sobre los contratos antes de firmar. Cuando se hizo el Polideportivo en el pueblo fue Chaba el que insistió para que le pusieran mi nombre y no el suyo cuando el deportista famoso entonces era él. Chaba era como era y no pudimos cambiarle, ni en lo bueno ni en lo malo.
Y nos toca hablar de Carlos, de su hijo, del ganador del Tour de Francia.
¿Imaginarme que un día ganaría el Tour? Yo ni siquiera pensé que fuera ciclista. Ha sido día a día y el sólo. Eso sí, he leído que hay gente que dice que no se le veían tan buenas maneras antes de llegar a profesional y eso no es verdad. Como promesa, alevín, infantil?lo ganaba casi todo. En aficionados el primer año en Banesto tuvo que trabajar para Igor o Chechu Rubiera y el segundo estuvo casi todo el año parado por una lesión en la espalda.
Luego llegaría la polémica salida de Carlos desde el Banesto aficionado para saltar a profesionales con la ONCE con denuncias de por medio.
Me dolió mucho porque con José Miguel Echávarri tengo una muy buena relación desde que corrimos juntos en una Vuelta a Aragón. Soy un gran admirador de él como director. Casi toda la gente que íbamos sacando pasaban con ellos. Primero fue Paco Sanromán, luego vendría Chaba y después la hornada con Paco Mancebo, Lastras y David Navas. Curro García, que pasó con Javier Mínguez en Amaya, y mi hijo Carlos. Sinceramente yo creo que hubo una circunstancia decisiva para que Carlos no seguiría en Banesto. Jaimerena, el director que le llevaba en amateurs y con el que tenía una excelente relación, pasó a profesionales y con su sustituto las cosas no funcionaron. Sinceramente le hicieron mucho daño y no creo que fueran justos con un chaval al que pienso no le valoraron. Si no se llega a marchar creo que hubiera dejado la bici.
¿Tu ídolo como ciclista?
Julio Jiménez, como el primer día. Ahora, mi hijo Carlos, pero no por ganar el Tour sino por lo fiel que es a su profesión. Es un muy legal con el ciclismo. Ha tenido una fuerza mental muy grande para no caer en las tentaciones. Por encima de todo es un tío sano y legal. Y al final ha tenido el mejor de los premios.
Y la mente de Víctor no descansa un momento. Ahora trabaja en crear la titulación de monitor de ciclismo para que así puedan ser contratados por los Ayuntamientos y esto, sin duda, podrá contribuir a que haya más promoción de la bici a través de los municipios.
¿Algo más para terminar?
Pues sí. Que todas las personas que estén en el ciclismo por hacer negocio se vayan, que están haciendo mucho daño al ciclismo de base, aunque a ellos sólo les han importado ganar dinero y mucho con el dóping.
Más información en www.fundacionpdvictorsastre.com