Mi amigo José Luis era uno de esos corredores que no le pesaban las sábanas y a las seis de la mañana salía a correr por población de la sierra de Madrid en la que vivía. Hasta que una mañana sufrió el ataque de un perro que se escapó de una casa vecina y terminó en el hospital durante una semana. Allí acabaron sus carreras matinales ya que le cogió miedo a la situación de correr de noche por el temor a sufrir otro ataque de un can.
Es una cuestión genética, para un perro el hecho de que te muevas (corriendo, en bici, patinando…) estimula su instinto de caza, de hecho en muchos casos al pararte pierdes interés para el cazador… pero a ver quién lo hace cuando un Rottweiler esprinta como un cosaco mirándote las piernas.
Si el perro tiene las orejas altas, el pelo erizado, el rabo elevado y te mira fijamente puede significar actitud previa al ataque. No te enfrentes a él gritándole o lanzándole algo. Mejor ignorarlo.
Cuando el perro tiene el rabo bajo significa que está asustado porque tu presencia le intimida. Puede significar ataque o huida. En cualquier caso… ¡precaución!
Si el perro se muestra relajado y moviendo el rabo es muy difícil que te ataque. Si está en una zona por la que habitualmente pasas y vas a encontrarlo en más ocasiones hazte amigo suyo: puedes hablarle con suavidad e incluso lanzarle algo para que vaya a buscarlo, siempre que lo lances con la mano baja (tirar por encima de la cabeza puede ser interpretado como amenaza por el perro). No dudes en variar tus rutas si no dejas de encontrarte con perros (y dueños) conflictivos por tus zonas habituales.
Cuando veas un perro suelto es mejor que dejes de correr. Camina relajado, sin pararte y sin perder de vista al perro, pero evita mirarle directamente a los ojos, para él significa amenaza. En cuanto notes que el perro ya no está cerca vuelve a correr.
Si va hacia ti párate de inmediato: por mucho que corras te va a alcanzar casi seguro. Deja que se aproxime y te huela con lo que probablemente se tranquilizará. Nunca le mires a los ojos, mantente con actitud sumisa, nunca desafiante. No intentes golpearlo, ni siquiera hagas ademán de hacerlo. Evita girarte y hacer movimientos bruscos.
Si todo falla, en caso de ataque protege tu cuello, un punto preferido de muchos perros. Si te tira al suelo agrúpate y protege tu cabeza y cuello.