¿Y si el primer cambio fuera volver a llevar reloj?

Supongo que podría decir que puedo vivir sin llevar el mail y las redes sociales en el bolsillo y que podría disfrutar del deporte igualmente aunque no lleve el GPS. Pero tengo que reconocer que soy uno más de los que mira su smartphone cientos de veces al día. Cuando espero un ascensor o me siento en un vagón del metro casi instintivamente sacó el móvil y hago un tour por mails, mensajes o redes sociales según sople el viento.

Fran Chico

¿Y si el primer cambio fuera volver a llevar reloj?
¿Y si el primer cambio fuera volver a llevar reloj?

No me considero un adicto pero tampoco puedo engañarme y el móvil y sus extensiones juegan un papel que yo mismo considero excesivo en mi vida, hasta el punto en que estar tranquilo se ha convertido en muchas ocasiones en mi hobbie preferido.

Aunque nada apunta a ello, yo quiero creer que esta situación de sociedad extra-conectada tendrá un rebote y volveremos a un punto más humano, en el que las emociones no necesiten ser contadas para ser sentidas y en el que “aburrirse” pensando en tus cosas no esté mal visto ni el hecho de no estar en ninguna red social suponga ningún tipo de aislamiento.

El problema para los que ya vamos en este tren es la velocidad a la que va y bajarse de golpe no es fácil. Yo he empezado limitando las veces que sacó el móvil del bolsillo con el simple hecho de volver a llevar reloj en lugar de mirar la hora en el teléfono. En la pasada feria del Maratón de Nueva York fui al stand de una marca de relojes deportivos y le pregunté por el reloj más sencillo que tuvieran. “Con que dé la hora me vale”. Valía 20 dólares y hasta tenía el sello Ironman además de alarma y 30 laps. El vendedor trató de convencerme para llevarme el de 50 laps. “Así te valdrá para el maratón”. Pensé entonces que si cuando estoy corriendo el maratón una de las sensaciones que tengo es de libertad, de estar yo sólo contra un reto, no necesito controlarme cada cinco minutos. Con revisar el ritmo cada 5 km y el resto correr por sensaciones es suficiente, así que le dí los 20 dólares y le pedí que me lo diera ya sin caja que me lo iba a poner en ese mismo momento.

Veremos si volver a llevar el reloj en la muñeca es el primer paso para “acorralar al móvil” en el espacio (que lo tiene) de máxima utilidad. Os seguiré contando.